La Voluntad: el gran motor

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Son tiempos difíciles para educar. Tenemos demasiadas cosas a las que prestarle atención si queremos ser buenos padres: entre la comida saludable, las horas de actividad física, la estimulación temprana, las actividades extra curriculares, los idiomas que deben aprender, y mil cosas más, hay una buena posibilidad de sentirnos que estamos fracasando con nuestros hijos.

Después de leer y reflexionar mucho, hay algo que no sale de mi cabeza: además de todas estas cosas, (que voy a llamar menores, aunque no lo sean) hay un aspecto de la educación que es clave para la felicidad, éxito y bienestar de nuestros hijos: se llama voluntad.

Educar la voluntad es dar a nuestros hijos la capacidad de elegir libremente su camino, sin ataduras que los aprisionen. Educar en voluntad es definitivamente permitir a nuestros hijos ser verdaderamente libres. Ver la vida de personas exitosas, felices, que han sido un aporte a la sociedad y al mundo, es darnos cuenta que nada se puede lograr sin tener la voluntad para hacerlo. Y esto también se educa.

Pero ¿Cómo se puede educar la voluntad? Primero hay que saber que la voluntad es algo que se empieza a educar desde el nacimiento y nunca termina. Nosotros como padres también tenemos que ejercitar nuestra voluntad para muchas cosas y seguimos educándola todo el tiempo. Aquí van unos tips para lograrlo:

1. La voluntad se educa formando hábitos: la voluntad es el motor que nos mueve a hacer las cosas, y los niños deben empezar a prender ese motor con pequeños hábitos que los lleven a moverse por lograr algo (como un entrenamiento). Algunos ejemplos pueden ser: hábitos de orden (recoger su cuarto, poner la ropa sucia en su lugar, etc), hábitos de ayuda en la casa (poner la mesa, sacar la basura, etc), y muchos otros.

2. Terminar lo que se empieza: una de las cosas que caracteriza la época que nos tocó vivir es la falta de compromiso, que es un síntoma de la falta de voluntad que hay en las personas. Debemos enseñar a nuestros hijos que hay que terminar lo que empezamos: sea un deporte o un proyecto. El comprometernos con algo supone un esfuerzo para cumplir con nuestra promesa aunque nos cueste.

3. Ayudarlos a tener motivaciones reales y con sentido: la voluntad se mueve por motivación, y debemos enseñar a nuestros hijos a tener ideales grandes. No es lo mismo la motivación de entrenar para meter un gol, o de estudiar para sacar la mejor nota, que motivaciones más importantes como lograr ser un buen deportista, ayudar a los demás, etc.

4. No hay mejor educador que el ejemplo: es muy fácil identificar a las personas que tienen una voluntad fuerte y decidida, que saben moverse y dirigir su vida y que no son presa fácil de la comodidad o de los gustos. Seamos ese ejemplo para ellos. Ojalá puedan ver en sus padres personas con sentido de compromiso, que cumplen con su deber aunque cueste, y que sienten la satisfacción de haber logrado sus metas pensando siempre en ideales grandes y en ser ejemplo y ayuda para su familia.

¡Suerte!

Foto: google

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